2017/Grupo13/DimensionamientoComercial

De Evaluación de Proyectos
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ELECCIÓN DEL NEGOCIO

Análisis del Sector Industrial

Situación Macroeconómica Mundial

En el año 2008 se dio a nivel mundial un fenómeno llamado la Gran Recesión. Comenzó en los Estados Unidos de América con la quiebra de bancos de inversión que provocaron una crisis que tuvo consecuencias en los países desarrollados para luego trasladarse al resto del mundo.

El origen de la crisis se traslada al año 2005, período en el cual se incrementaron los precios de las viviendas en EEUU por lo que los bancos comenzaron a entregar hipotecas “subprime”: una muy baja tasa de interés en un principio que luego se eleva drásticamente. Esto hizo que quienes contrajeron la deuda hipotecaria se vieran imposibilitados a cancelarla o a refinanciarla. Se creó así una burbuja inmobiliaria que explotó a mediados del 2008 cuando las instituciones financieras, los bancos de inversión y las entidades hipotecarias anunciaron pérdidas multimillonarias debido a la falta de liquidez.

En la actualidad son numerosas las problemáticas que presentan una repercusión a escala global. Sin ir más lejos, en el año 2016 la economía mundial se expandió solamente en un 2.2%, la menor tasa de crecimiento desde la Gran Recesión de 2009. Entre los factores que afectan el desempeño de la economía mundial se pueden mencionar el débil ritmo de la inversión, la disminución en el crecimiento del comercio internacional, el lento crecimiento de la productividad y los elevados niveles de deuda. Asimismo, los bajos precios de las materias primas han exacerbado estos problemas en muchos países exportadores de materias primas desde mediados de 2014, mientras que los conflictos y las tensiones geopolíticas, principalmente en medio oriente, continúan afectando las perspectivas económicas en varias regiones.

Se pronostica que el producto bruto mundial se expandirá en un 2.7% en 2017 y un 2.9% en 2018, lo que es más una señal de estabilización económica que un signo de una recuperación robusta y sostenida de la demanda global. Entre los países en desarrollo, se espera que los países exportadores de materias primas también experimenten un aumento del crecimiento, a medida que se estabilizan los precios de las materias primas y se suavizan las presiones inflacionarias que fueron impulsadas por las bruscas depreciaciones de los tipos de cambio.

El crecimiento de la inversión se ha desacelerado en forma significativa en muchas de las principales economías desarrolladas y en desarrollo, así como también en muchas economías en transición. La prolongada debilidad de la demanda global ha reducido los incentivos a las empresas a invertir, mientras que las incertidumbres económicas y políticas también han afectado la inversión. La falta de acceso a financiamiento también ha actuado como una restricción a la inversión en algunos casos, especialmente en países donde los bancos continúan con baja capitalización o donde los mercados financieros se mantienen con escaso desarrollo.

Por otro lado, países como Libia, el Líbano y Egipto, entre muchos otros, no lograron encontrar una solución a sus enfrentamientos tanto internos como externos. Las principales potencias de Occidente se encontraron alarmadas por el avance del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), el cual amenazó y sigue amenazando al mundo con su ideología religiosa a través de numerosos atentados como el ocurrido en Francia en noviembre del 2015, entre muchos otros. El conflicto latente en Siria generó grandes cifras de refugiados en la Unión Europea. Entre Suecia y Alemania concentraron el 55% de las concesiones de asilo de dicha comunidad política. En abril del 2016, la canciller alemana, Angela Merkel, analizó cómo se está gestionando el pacto de la Unión Europea para contener a los inmigrantes dado el reciente pacto anti migratorio entre Bruselas y Ankara, pacto en el cual la Unión Europea y Turquía acordaron la expulsión de migrantes y refugiados que llegaran a costas griegas. A su vez, el tratado de libre comercio e inversiones que Merkel negoció anteriormente con el ex presidente estadounidense Barack Obama quedó nulo debido, principalmente, a las diferencias con el actual presidente estadounidense Donald Trump.

Hacia el final del mandato del presidente estadounidense, Barack Obama, se anunció el inicio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba. Se reabrieron respectivas embajadas, se anunció la relajación de requisitos para exportaciones, viajes e intercambio de divisas, y se retiró a Cuba del listado de Estados patrocinadores de terrorismo. El republicano Donald J. Trump ganó y desmintió todos los pronósticos que auguraban una victoria de su rival demócrata. 

En cuanto a Latinoamérica, la economía brasileña cerró 2016 con una caída de 3,6% del PIB y acumula en los últimos 24 meses una contracción de 7,2%. Así, la recesión de 2015-2016 se convirtió en una de las peores de la historia del gigante sudamericano. Sin embargo, a pesar del oscuro panorama, la economía ya habría tocado fondo y registraría un rebote de 0,6% en 2017.  Entre septiembre de 2014 y diciembre de 2016 el nivel de actividad se contrajo 8,9%.

En el año 2016 se filtraron documentos confidenciales de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca que dejaron en evidencia la conformación de empresas que cumplían con el ocultamiento de identidad de los propietarios. De esta forma tanto líderes de la política mundial (entre ellos nuestro presidente) como personalidades del mundo del arte y del deporte quedaron implicados en severos casos de evasiones tributarias y lavado de dinero.

Un tema que no puede ser dejado de lado debido a su influyente impacto económico es la situación del dólar y el euro en el mundo. El primero se encuentra en plena consolidación mientras que el segundo se ha ido desplomando a medida que pasan los años. El Banco Central de Estados Unidos se dispuso a subir las tasas de interés para controlar una posible inflación mientras que, en Europa, las entidades monetarias las redujeron para lograr créditos baratos. Ante esta situación, los grandes inversores terminaron estimando, en general, que sus dólares rendirían más intereses que sus euros por lo que los terminaron prefiriendo.  

Es innegable el hecho de que el mundo atraviesa una situación no favorable y de incertidumbre no sólo en el ámbito presupuestario sino también a un nivel religioso y de integridad moral con el particular caso de la corrupción vigente. Además, la situación actual de los distintos continentes condiciona el valor de las monedas respectivas y, por ende, a las posibles inversiones en cada país.

En la industria textil, a escala global, Asia se ha convertido en el mayor centro fabricante-proveedor de productos textiles y de prendas de vestir para el mundo. Pero ahora, la región está a punto de entrar en una nueva fase en la que el propio consumo de los productos textiles y de moda va a ser muy grande.

China se ha ganado el título de “la fábrica del mundo” con su enorme población, sus bajos costes de fabricación y la disponibilidad de una increíble infraestructura para la producción en masa y un transporte eficiente de la mercancía. Centrarse en la exportación masiva se ha convertido en grandes inversiones internas y extranjeras en el sector textil y de la confección, en el que China ha dominado el mercado mundial en las últimas dos décadas.

Con el objetivo de recalcar la existente relación entre la industria textil y la situación del mundo actual, se puede concluir el análisis en que la industria permanece de pie, en desarrollo y crecimiento.


Situación Macroeconómica Argentina


En Argentina, en diciembre último la actividad registró su segundo mes consecutivo al alza, lo cual se vio reflejado en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que elabora el INDEC y creció 1,6% respecto a noviembre.

Comparando con igual mes del año anterior, la variación de diciembre fue prácticamente neutra (-0,1%). Pese a ello, la buena performance observada en el último trimestre fue insuficiente para compensar la dinámica negativa del resto de 2016 y la economía se contrajo 2,3% el año pasado. De esta manera, durante el año pasado el nivel de actividad tuvo una caída algo menor a la de 2014 (-2,5%), año en que, al igual que 2016, se produjo un ajuste del tipo de cambio y las tarifas de los servicios públicos.


En la misma línea, pero con una baja algo mayor, el Índice General de Actividad (IGA), realizado por la consultora Orlando J. Ferreres y Asociados, mostró una caída de 2,8% en 2016, también registrando una recuperación relativa en los últimos dos meses del año.

Luego de un retroceso de 4,6% en 2016, la producción industrial continuó disminuyendo en términos interanuales en enero, aunque a un menor ritmo (-1,1% interanual). En enero, la industria textil registró una baja de 11,1% interanual.

La lectura desagregada del indicador en enero muestra que la mejor performance se atribuye casi enteramente al comportamiento del sector automotriz, que tuvo un alza de 71,1% interanual. Cabe aclarar que, si bien la importante alza del sector es una buena noticia, hay que tener en cuenta que se parte de niveles de producción muy deprimidos. En efecto, según datos de ADEFA, en 2016 la producción de automóviles fue 10% inferior a la de 2015 y en enero en particular la caída en la fabricación llegó al 30% interanual.

Como en el caso de la industria, un dato importante es la desaceleración en la caída del ISAC en enero (-2,4% interanual) fue la menor desde que se retomó su publicación. Del lado de las políticas públicas, el relanzamiento del plan ProCrear sumado a la nueva línea de créditos para la vivienda del Banco Nación deberían dar un impulso adicional a la construcción en los próximos meses.

El consumo privado exhibe, por su parte, señales mixtas. Mientras que las ventas de automóviles, tanto nuevos como usados, mostraron importantes alzas en enero (64,5% y 11,2% interanual, respectivamente), el comercio minorista sigue sin tener un repunte y cedió 2,5% interanual en enero de acuerdo a la CAME. En el mercado inmobiliario, destaca la sostenida recuperación de las escrituras de compraventa, que en enero crecieron 41,6% interanual y podrían anticipar una mejora en la construcción en sintonía con un mercado más dinámico.


De acuerdo al INDEC, la variación del nivel general de precios fue de 2,5% en febrero respecto a enero. La variación fue la más alta desde junio de 2016 y se dio fundamentalmente por el aumento de las tarifas de electricidad, peajes y medicina prepaga. En efecto, los precios regulados, categoría que agrupa a los precios que varían según decisiones administrativas del Gobierno e incluyen a los 3 conceptos ante s mencionados, se incrementaron un 5,2% mensual, explicando 1,2 puntos porcentuales de la suba total de 2,5 puntos porcentuales en la inflación. Por su parte, los precios de los alimentos se incrementaron 1,9% mensual, su segunda aceleración consecutiva, aunque de todas formas su variación estuvo por debajo de la variación del nivel general de precios.

Así, la suba de precios acumulada en el primer bimestre fue de 3,8% según el organismo oficial. Esto implica que para cumplir la meta oficial del BCRA de 17% de inflación en 2017 la suba de los precios minoristas de los próximos meses debería promediar el 1,2% mensual, cifra más que desafiante teniendo en cuenta que aún quedan por implementar ajustes en tarifas. Observado las mediciones alternativas, el IPC Congreso, que es un promedio de las estadísticas de consultoras privadas, tuvo una dinámica algo más favorable y aumentó 2,1% mensual en febrero. En cualquier caso, la inflación acumulada en el primer bimestre (3,7%) es prácticamente la misma que la observada por el INDEC.

El mercado laboral tuvo un comportamiento en sintonía con la dinámica de la actividad durante 2016. En el agregado, el año pasado se perdieron 43.609 puestos de trabajo formales, aunque se advierte una recuperación a partir de julio. En efecto, desde el séptimo mes del año a diciembre se crearon 67.331 puestos de trabajo, situación que sin embargo no llegó a revertir la pérdida de empleos durante la primer parte del año. Por su parte, el INDEC informó que la tasa de desempleo fue del 7,6% en el cuarto trimestre, luego de observar un valor del 8,5% en el tercer cuarto del año.

Los salarios reales tuvieron también un desempeño negativo en 2016, con un comportamiento similar al observado en 2014, cuando el shock de la devaluación y la suba de tarifas llevaron a que los precios crezcan por encima de los salarios, deteriorando el poder de compra. En particular, la inflación promedio de 2016 según el IPC Congreso fue de 40,1% frente a un aumento de los salarios nominales de 32,9%. A diferencia del empleo, se advierte sólo una recuperación muy tímida del salario real en el último trimestre (0,8% respecto al tercero). En enero de 2017 el sector público mostró un superávit de $3.044 millones, una mejora sustancial respecto al déficit de $548 millones observado en igual período del año anterior. Debe advertirse, matizando un poco el optimismo, que el resultado de enero incluyó ingresos extraordinarios procedentes del blanqueo de capitales por $7.670 millones, sin los cuales se hubiera registrado un déficit de $4626 millones. De todas formas, el resultado se encuentra alineado con las metas trimestrales de déficit del Gobierno. En rigor, las metas para los primeros tres trimestres consisten en igualar o incluso superar el déficit en términos del PBI del año pasado. Los esfuerzos de austeridad para alcanzar la meta del 4,2% del PBI en 2017 se concentran en los últimos 3 meses del año. Detrás de dicho resultado, el gasto primario creció a un ritmo de 37,9% interanual, mientras que los ingresos lo hicieron al 41,5% interanual (35,1% interanual si se excluye el blanqueo). Si bien el gasto muestra todavía una dinámica elevada, se debe tener en cuenta que se desaceleró respecto al promedio del último trimestre de 2016, cuando creció 56,6% interanual.

Más en detalle, la recaudación viene contrayéndose desde diciembre, fundamentalmente por la merma progresiva de los ingresos del blanqueo (contenido en “otros impuestos”). Si quitamos del total de la recaudación a estos fondos, observamos que en realidad enero y febrero tuvieron un crecimiento algo mayor al de diciembre (25,3% interanual y 27% interanual vs 25,9% interanual en diciembre).

Se debe tener en cuenta además que en enero de 2016 se cobraron las percepciones de ganancias por la operatoria con dólar futuro. Excluyendo esos ingresos de la comparación la recaudación de enero neta de blanqueo aumentó en realidad un 30% interanual. De todas formas, a pesar de la mejora relativa, la educación continúa lejos de la suba de los precios (40,7% interanual en enero, 37,8% interanual en febrero, según el IPC Congreso). Ampliando sobre el gasto, el alza de enero se debió fundamentalmente al comportamiento de las erogaciones en seguridad social y transferencias al sector privado, que crecieron un 36% y un 49% interanual respectivamente. Al interior de las transferencias al sector privado, el principal impulso vino de las transferencias sociales, como las asignaciones familiares, incluyendo AUH, que aumentaron 89,7% interanual, por un crecimiento tanto de la población cubierta, como del beneficio otorgado. Sin embargo el principal factor que explica la dinámica del gasto son las jubilaciones, que representan el 33% de las erogaciones y en enero se incrementaron un 40,2% debido a los aumentos contemplados en la Ley de Movilidad Jubilatoria y a los mayores pagos debido a la Ley de Reparación Histórica. En definitiva, el gasto primario se desaceleró respecto al último trimestre pero continúa creciendo por encima de los ingresos tributarios, en parte por efecto de la base de comparación con el primer trimestre “austero” de 2016. La recaudación se ve auxiliada  hasta marzo por los ingresos del blanqueo, pero al margen de ello tiene un comportamiento modesto y por debajo de la inflación. De todas formas, al concentrarse los planes de austeridad en el último trimestre, las autoridades deberían poder cumplir con sus metas para los próximos nueve meses.

Las exportaciones mostraron un crecimiento de 9,3% interanual en enero. Además, en noviembre y diciembre las exportaciones ya habían trepado  un 20,8% y un 34% interanual respectivamente. Con ello, 2016 cerró con un alza de 1,7% en las exportaciones, un alivio más que bienvenido luego de 4 años consecutivos de bajas, fundamentalmente por la dinámica de los precios de las commodities y por la crisis en Brasil, principal mercado de las exportaciones industriales. De manera contraria, las importaciones terminaron 2016 en baja, cediendo 6,9%, pero también comenzaron en 2017 con una suba de 7,1% interanual. No obstante, las importaciones medidas en cantidades subieron un 3,8% en 2016 y la baja en dólares se debió a que sus precios cayeron un 10,4% interanual.

De esta manera, 2016 mostró un superávit comercial de US$2.128 millones vs un déficit de US$2.969 millones en 2015. Enero tuvo un saldo prácticamente neutro de US$106 millones de déficit, una mejora respecto al rojo de US$177 millones observado un año atrás. En la desagregación por rubros se aprecia que durante enero crecieron todos los rubros de exportación, exceptuando a las manufacturas de origen agropecuario (MOA) que se comparan con la dinámica de los primeros meses de 2016, luego de la salida del cepo y la eliminación de las retenciones (reducción, en el caso de la soja). Se destaca el crecimiento de las importaciones de Combustibles, de la mano de la suba de los precios del petróleo que en enero crecieron a un ritmo de 80% interanual. Vale recordar que entre 2013 y 2016 las importaciones de combustibles se habían contraído un 62% en el marco del derrumbe de la cotización del barril de crudo. Mientras tanto, el tipo de cambio nominal muestra una marcada estabilidad. En efecto, como puede verse en el gráfico, tras la salida del cepo la cotización de la divisa norteamericana se mantuvo oscilando entre 14 y 16 pesos por dólar. En el mes de marzo la devaluación interanual es de solo 3,6%. Lo que mantiene esta estabilidad es esencialmente el endeudamiento público.



Evolución Histórica de la Actividad


La industria textil en Argentina ha transitado diferentes etapas a lo largo de la historia hasta el día de hoy, siempre viéndose afectada para bien o para mal según las políticas de industrialización o las políticas económicas de importación.  El crecimiento del sector comenzó tempranamente gracias a la alta protección hacia la confección y las tejedurías de punto. Entre 1870 y 1890 se produjo una fuerte sustitución de importaciones que fue alentada por el arribo de mano de obra calificada y acompañada de importantes cambios en la organización de la producción e innovaciones técnicas vinculadas con la introducción de la máquina de coser, sin embargo, su desarrollo estaba limitado a la tejeduría de punto.

En el año 1885 se instaló en Buenos Aires la Fábrica Argentina de Alpargatas, compuesta por capitales nacionales y, principalmente, ingleses. En sus primeros años, dicha fábrica dio trabajo a quinientos treinta operarios aproximadamente y contaba con buena tecnología y gran capacidad. Hacia fines de la década de 1920 los empleados eran alrededor de setenta mil.

En el año 1889 se instaló La Primitiva, una planta textil que se dedicó a la fabricación de sacos de vestir y lonas impermeables.

Aunque la primera guerra mundial implicó un descenso de importaciones trajo aparejada una suba en la demanda mundial de telas para la confección de distintos productos que usaban los ejércitos. Así, la industria local vivió un momento de auge. Sin embargo, la expansión industrial se vio limitada por la imposibilidad de importar maquinaria extranjera. Hacia el año 1919, cuando todavía existían grandes dificultades para importar otros productos, la participación de textiles en el volumen total de importaciones alcanzaba el récord de 33%, situación que se mantuvo estable hasta principios de la década de 1930.

En 1923, una encuesta oficial determinó que el consumo de textiles era abastecido en un 73% por las importaciones. Los textiles, junto con los productos de acero, constituían entre la mitad y un tercio del total de las importaciones.

Comenzada la década de 1930 inicia en Argentina un proceso de industrialización tanto en la industria textil y como en la alimentaria con eje en Buenos Aires. Además hubo serias limitaciones en el comercio internacional debido a la caída del valor y del monto de las exportaciones, que impusieron restricciones a la adquisición de productos en el exterior. La caída de los precios internacionales de la lana y el algodón, y la reducción de la competencia externa provocada por el incremento de los aranceles, las restricciones cambiarias y la devaluación de la moneda en 1931, estimularon la sustitución de importaciones.

Una de las consecuencias más importantes de la Segunda Guerra mundial fue la expansión vertiginosa de las exportaciones industriales Argentinas hacia los países Europeos. Las ventas pasaron del 5% en 1940 al 19% al 1945. De 1946 a 1952, la industria textil tuvo un gran desarrollo por la ya mencionada política industrial proteccionista, con subsidios y créditos, y se incorporó al mercado consumidor la numerosa y mejor asalariada clase obrera.

Sin embargo, en las décadas siguientes la actividad textil ha ido teniendo ciertos altibajos en su actividad. Entre fines de los 50 y mediados de los años 70 se produce una caída sostenida en los niveles de producción, acompañada por una gran disminución del empleo en el sector textil.

En la época de reorganización nacional (1976-1982) la industria nacional sufrió una importante caída debido al modelo económico llevado a cabo en dichos años: altas tasas de interés y apertura desmesurada de importaciones.

En los años siguientes (hasta 1990) se vivió un escenario de incertidumbre económica gobernado por cambios de monedas e inflaciones elevadísimas, de modo que  las industrias textiles tuvieron que actuar a la defensiva, intentando minimizar los impactos de las políticas económicas, y tratando de sobrevivir ante la inestabilidad del sector.

En la década del 90 nos encontramos con un período caracterizado por las privatizaciones y por la Ley de convertibilidad que proclamaba que el valor de la moneda nacional era el mismo que el del dólar estadounidense teniendo como único objetivo frenar la hiperinflación. Esto produjo un rápido aumento de la producción industrial a partir del aumento de consumo y posibilitó una mayor inversión para incorporar tecnología. El déficit del sector público financiado primeramente por las ventas de activos y de empresas públicas y luego por endeudamiento continuo y progresivo a elevadas tasas de interés, provocó altos costos internos y el desfinanciamiento del sector industrial.  Como consecuencia, la industri argentina se vio en una situación altamente desfavorable ya que para fines de la década se le imposibilitaba competir con otros productos que comenzaron a ser importados al país y a un precio mucho menor que el local. La industria textil junto con la mayoría de las industrias redujeron su producción y los niveles de empleo hasta que estalló la crisis en el año 2001.

Posterior a esto, el peso argentino se devaluó, posibilitando que la industria argentina se reestableciera.

La modificación del tipo de cambio a partir de la devaluación del peso, que en menos de un mes pasa de una relación 1 a 1 a una relación 3 a 1, impulsó un proceso reactivante en la economía productiva que había llegado a un nivel de utilización del 35% de la capacidad instalada antes de la crisis. Las empresas invirtieron principalmente con recursos propios en capital de trabajo y de esta forma el nivel de actividad creció hasta llegar a un nivel de del 74% en el año 2003. En una segunda etapa entre 2004 y el primer semestre de 2007, las tasas de crecimiento y de rentabilidad comenzaron a ser más moderadas. En 2004 y 2005 el sector creció en torno del 8% y en los siguientes dos años a una tasa del 6,5% anual en 2006 y del 5,5% en 2007. El efecto inflacionario sobre un tipo de cambio que se mantuvo estable comenzó a deteriorar los niveles de rentabilidad. Comienza de esta forma una dependencia por parte de las empresas, en el incremento del volumen de ventas, para paliar el aumento progresivo de los costos fijos de producción.

Por otra parte, se modificó la lógica del crecimiento. Ya no se avanzó sobre la capacidad instalada, sino a partir de la reinversión de utilidades generadas en el período anterior. Esta etapa se caracterizó por un importante nivel de inversión y de modernización de la estructura productiva. Si bien el producto aumentó un 31%, la utilización de la capacidad instalada se mantuvo estable en un promedio anualizado entre el 78 y el 80%. Durante este período creció el nivel del empleo a un ritmo acelerado, generando nuevos puestos de trabajos directos. No obstante, la importación comenzó a crecer aceleradamente por los mayores requerimientos de complementación de la producción nacional alcanzando en 2006 los máximos niveles de la década del noventa y superándolos en 2007.

A partir del segundo semestre de 2007 comenzó una etapa aún más compleja para la producción textil. Con una moneda nacional mucho más apreciada en términos reales por la inflación acumulada y con niveles de importación récord, que se concentraron principalmente en los últimos eslabones de la cadena de valor (las confecciones), el comportamiento de las diferentes ramas productivas comenzó a ser más irregular y los niveles de rentabilidad bajaron significativamente. A partir de este momento la industria textil comenzó una fase de desaceleración. Algunos eslabones de la cadena de valor, como hilanderías y tejedurías demuestran una baja de entre el 30 y el 40%. Aún así, la situación fue diferente a la de la crisis de fines de los noventa ya que antecedieron 5 años de pleno crecimiento, había solvencia financiera, capital de trabajo, stocks y un proceso activo de reinversión de utilidades.

Según datos del INDEC, la industria textil cayó un 4,3 % en 2016 y se registraron en el mismo año 3.345 despidos y 11.720 suspensiones. La tendencia a la baja continuó hasta fines de dicho año donde se registró una baja de un 27,4%, encontrándose en enero del 2017 el mismo organismo en un 11,1%.

Por otro lado, un informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria: “Durante el mes de marzo de 2017 se importaron USD 70 millones dólares de prendas que representaron 3,2 millones de kilos. El precio promedio de importación se ubicó en los USD 21,9 por kilo, es decir inferior a los USD 26 de marzo de 2016, e inclusive menor que lo que se registraba a fines de 2016 y principios de 2017, cuando ya era visible la tendencia bajista. (...) Los países de origen de la mercadería que ingresó son los usuales – este mes sin Myanmar ni Malasia- pero con el agregado de Colombia y el regreso de Pakistán. (...) El comportamiento de los precios promedios fue muy dispar: China – que alcanzó los dos tercios del monto total y por primera vez el 80% de los kilos importados- pasó interanualmente de un promedio de 22,45 a 18,22 USD/kilo. Turquía, Colombia e India, en menor medida, bajaron asimismo sus precios promedio. Todos los demás los subieron, algunos considerablemente como Brasil. Cuatro países -China, Vietnam, Perú e Indonesia- representan el 80% del monto importado y más del 85% del volumen.

Las categorías de mercadería importada durante el mes de marzo con estas considerables fluctuaciones alcanzaron todos los rubros (salvo tres de menor incidencia: “las demás prendas”, los guantes, la indumentaria interior femenina y los conjuntos para entrenamiento).

Son los abrigos las prendas que mostraron el mayor crecimiento, pasando interanualmente en marzo de USD 9 a 25 millones y de 285 mil kilos a más de un millón de kilos. Particularmente, los confeccionados con telas impregnadas pasaron de USD 3 a más de 7 millones. En cuanto a los sweaters, la segunda categoría, éstos pasaron de USD 5,5 a 9,5 millones y los pantalones de USD 4,5 a casi 10 millones. El detalle de las posiciones arancelarias importadas en marzo, (hasta el 93% del valor total de las importaciones) se encuentra en las páginas 6 y 7 del Informe adjunto, con la comparación a tres años a nivel de monto, volumen y precio promedio.

Entre enero y marzo del corriente año, según la CIAI, las importaciones alcanzaron un valor de USD 135 millones (+ 46% que el mismo período del año anterior), y 6 millones de kilos (+78%). El número de empresas que realizaron compras al exterior en el período superó las 480 por lo que se calcula que alrededor de 180 nuevas empresas comenzaron a importar prendas en el primer trimestre del año en relación al mismo trimestre del año anterior. Asimismo, se verificó una disminución del precio promedio que pasó de USD 27,08 por Kg a USD 22,22 Kg (-18%).”

Esto último resulta sumamente importante ya que refleja la forma en que decrece la industria argentina de la indumentaria y los precios del mercado comienzan a ser menores porque se importan de países con mano de obra de muy bajo costo, generando que nuestra industria realice un mayor esfuerzo por mantenerse de manera competitiva en el mercado.


Estructura del Sector Industrial


La estructura del complejo textil se basa en la obtención y transformación de tres insumos poliméricos básicos: algodón, lana y fibras sintéticas. Durante muchos años se han empleado fibras vegetales blandas y flexibles de algodón o fibras animales como la lana o la seda en la confección de la vestimenta, aunque un tiempo después se ha logrado elaborar muchas fibras a partir de compuestos químicos. Así se conocen por ejemplo, el poliéster, las aramidas, el nylon, etc. Estas fibras poseen excelentes propiedades y su precio es lo suficientemente bajo como para competir exitosamente con las fibras naturales. La secuencia del esquema productivo del Complejo Textil Industrial que va desde la obtención de la materia prima básica hasta la transformación en productos intermedios y finales puede esquematizarse de la siguiente manera:

a. Obtención de fibra: Vegetal, animal, mineral o sintéticas.

b. Elaboración de hilados y tejidos: Los tejidos se pueden clasificar, a su vez, en: Planos (de telar), de Punto (máquina de tejer) y no tejidos.

c. Manufacturas textiles: Abarca la industria de la indumentaria y de otros productos textiles. Como productos finales de la industria textil podemos citar:

  • Prendas de vestir para hombres, mujeres, niños y bebés.
  • Accesorios para vestir como bufandas, guantes, sombreros, corbatas, pañuelos, etc.
  • Otros productos: blanco, alfombras, tapices, carpas y lonas.

Los rasgos característicos del sector textil en general son: la relevancia que adquiere la mano de obra, las necesidades de innovación tecnológica y además, la demanda interna elástica al ingreso. Por lo tanto, es una actividad muy dependiente del ciclo de la economía y altamente vulnerable a los cambios en el poder adquisitivo de la población.

Se pueden diferenciar principalmente dos grandes rubros: fabricación de textiles y confección de ropa o indumentaria. Cada caso se caracteriza por una metodología de trabajo y aplicación de tecnología particulares. Las industrias textiles y de la confección, presentan perfiles con elevado valor agregado. Aquí juegan un papel importante tanto el diseño como la investigación y el desarrollo en temas tales como tecnología de materiales y política comercial. Dicha industria es generalmente de capital intensivo y altamente automatizada, sobre todo en los países desarrollados. Presenta tres funciones básicas a saber: girar, tejer y terminar. Se emprenden a menudo en plantas integradas, con maquinaria sofisticada. A su vez, la industria textil propiamente dicha, que produce fibras, tejidos y telas, provee las materias primas principales de la industria de la confección, dando la posibilidad de generar acoplamientos verticales entre ambos estadios. Por otra parte, la industria textil es menos flexible que la de confección de indumentaria en términos del ajuste al gusto del consumidor. El sector textil representa el límite para la flexibilidad de la cadena productiva. En los países industrializados, principalmente en los Estados Unidos, el crecimiento de sector textil se debe en parte al consumo de telas para decoración y tapicería en muebles y automotores. Éste es un segmento más intensivo en investigación y desarrollo. En la última década sólo un tercio de la producción textil de los EE.UU. fue destinado a la confección de indumentaria. Se deduce que los productos textiles se están adaptando a nuevas alternativas de uso. Finalmente, el sector del textil requiere mano de obra con mayor grado de capacitación que el de indumentaria.

Dentro de la industria textil, la industria de indumentaria, es la más compleja y de mayor competitividad debido a la atomicidad de sus unidades productivas, a la alta heterogeneidad en la elaboración de los productos y a la complejidad de la distribución y comercialización. Además, este segmento tiene una dependencia mayor que los otros subsectores, de la situación y evolución de la demanda interna y de la competencia de los productos importados.


Análisis de Porter


Competidores en el rubro: el sector industrial de manufacturas textiles se encuentra con un alto grado de atomización. Existen demasiados oferentes locales y externos, ubicados en distinto puntos del país y con diversos canales de ventas y llegada al público. Podemos descubrir desde empresas con volúmenes de producción elevados y tecnología de punta hasta pequeños emprendimientos con una producción más artesanal. Si hacemos foco en el producto calza, existen actualmente en nuestro país una gran cantidad de productores de la misma, alguno de los cuales ya tienen una trayectoria en el mercado y son conocidos y bien considerados tanto por el consumidor final, como por los intermediarios y facilitadores del producto en cuestión. Estas consideraciones serán profundizadas más adelante cuando se analice el mercado competidor, las generalidades y las estrategias propuestas en consecuencia.

En cuanto a los productores extranjeros, cabe mencionar que, según la CIAI, la importación de calzas y medias entre enero y marzo del corriente año se incrementó un 256% respecto al año pasado.

Competidores potenciales: la competencia es muy grande debido a que el sector textil se encuentra muy explotado, pues existe un gran número de oferentes. Dada esta condición, el desafío de las empresas en lo que respecta a ampliar su clientela va a pasar más por el lado de quitar una cuota de mercado a sus competidores y no tanto por la captación de nuevos clientes. Sin una necesidad preponderante de grandes inversiones de capital, se puede comenzar a producir distintos artículos que ingresen en el amplio mundo textil compitiendo directa, indirectamente o como sustitutos con el objeto del presente proyecto.

Sustitutos: Existe una gran variedad de productos sustitutos que satisfacen las necesidades de los clientes de una forma similar. Por lo que la amenaza reinante de estos productos es alta. Es así como en nuestro país encontramos una diversidad asombrante de vestimentas, tipo pantalón, confeccionadas con distintos tipos de telas y técnicas. Si bien pareciera estar todo inventado, el ingenio siempre puede proponer algo renovante. Cabe destacar que, según la CIAI, en lo que va del año se importaron 156.000kg de productos sustitutos a un promedio de 24.61 U$S/prenda (incluye: pantalones de algodón y pantalones de FS únicamente de mujer).

Proveedores: tal cual como ocurre con el mercado competidor, el mercado proveedor está altamente atomizado, existiendo actualmente una gran cantidad de abastecedores de las materias primas e insumos utilizados tanto locales como internacionales. Razón por la cual hay cierta flexibilidad a la hora de elegir a los mismos, y el poder de influencia que tienen estos individualmente no es de gran relevancia.

Compradores: Existe un mercado comprador ubicado en gran parte del país, compuesto principalmente de mayoristas y minoristas que luego a su vez distribuyen el producto al consumidor final. Los epicentros se encuentran asentados en las grandes poblaciones urbanas, donde el dispendio de esta mercadería es elevado. Estos compradores no se encuentran nucleados y se caracterizan por un alto grado de heterogeneidad por lo que se concluye que su poder de influencia en el mercado, analizados cada uno de ellos en forma individual, no es de gran relevancia. No obstante, es importante destacar que mucho de estos intermediarios ya cuentan con una estructura de negocio constituida y con proveedores ya definidos, es por esto que posteriormente se señalarán las estrategias elegidas para ingresar en dicha estructura.


Mercados competitivos y complementarios

Mercados competitivos: Nos encontramos frente a un mercado altamente competitivo, con una amplia variedad de oferentes junto a múltiples productos sustitutos similares al nuestro por lo que nos diferenciaremos en el diseño de la estampa y la calidad de la materia prima y del proceso. Al ser un mercado lo suficientemente explotado nos enfocaremos en la diferenciación dentro de la arena de los competidores.

Mercado complementario: El mercado de las calzas está asociado a bienes de consumo duradero ya que son susceptibles de un consumo prolongado en el tiempo al igual que cualquier prenda de vestir. Los mercados que se complementan con el nuestro por un lado se encuentran dentro del mismo sector industrial, siendo aquellas industrias que fabriquen prendas de vestir femeninas (remeras, remerones, vestidos, etc) y por otro lado también lo son aquellos que se encuentran dentro de la industria de los zapatos o zapatillas.