2017/Grupo9/DimensionamientoComercial

De Evaluación de Proyectos
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Análisis del sector industrial (en Argentina y en el mundo)

Análisis de la situación macroeconómica

El glifosato es un principio activo de herbicida no selectivo que se usa para controlar las malezas que compiten o pueden llegar a competir con otros cultivos por recursos como la luz, el agua y los nutrientes, brindando así mejores suelos para desarrollar actividades agrícolas.

  El mismo se ha convertido en el herbicida más utilizado en todo el mundo desde que se descubrió su capacidad para matar las malezas, en 1970. 

  Hoy, 47 años después de sus primeras aplicaciones comerciales, el glifosato es el producto fitosanitario más empleado del mundo.         

  A escala mundial, la utilización de glifosato ha pasado de los 67 millones de kilogramos en 1995 a los 826 millones de kilogramos en 2014; convirtiéndose en el herbicida líder en todo el mundo, a mucha distancia de todos sus competidores.    

  Este herbicida representó un hito en la agricultura contemporánea a nivel mundial, gracias a su baja peligrosidad, al menos comprobada hasta la actualidad, su eficacia duradera contra un amplio espectro de malezas y su inactivación en contacto con el suelo.    

  Charles Benbrook, economista agrícola estadounidense y profesor de investigación en el Centro para la Agricultura Sostenible y Recursos Naturales de la Universidad Estatal de Washington, comentó en una nota realizada por la organización no gubernamental Environmental Working Group: “el crecimiento rápido y generalizado en el uso de glifosato probablemente contribuirá a una serie de consecuencias adversas para la salud pública y ambiental”. Esto es un tema importante a tener en cuenta ya que si bien no se considera al glifosato con efectos nocivos probatorios graves, no se descarta la posibilidad de tomar los recaudos necesarios para evitar todo tipo de daños sociales y medioambientales.    

  Según el informe del ISAAA (Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas), en 2015 se sembraron en todo el mundo 179,7  millones de hectáreas con cultivos transgénicos o genéticamente modificados (OGM).

  De acuerdo al reporte del ISAAA, 28 países del mundo cultivan transgénicos, de los cuales 20 son países en vías de desarrollo que se estarían beneficiando con la tecnología. Sin embargo, al analizar con más detalle, vemos que sólo en cinco países (Estados Unidos, Brasil, Argentina, India y  Canadá) se concentra el 90% (162,2 millones de hectáreas).

  La principal característica de estos países, incluyendo además a China, es su gran extensión geográfica. Cuentan con millones de áreas destinadas a la agricultura, cuya producción está orientada generalmente a los commodities como la soja, el maíz y el algodón.